Crisis bancaria, no; crisis de las Cajas públicas

LOS BANQUEROS están perdiendo la batalla semántica. Políticos y sindicalistas reiteran hasta la náusea la insidia de la «crisis bancaria» como origen de la conmoción económica que padece España. No es verdad. Goldman Sachs ha subrayado la calidad de los bancos españoles y ha clasificado a cinco de ellos, encabezados por el Santander, entre los seis mejores de Europa, por gestión y solvencia. La auditoría de Oliver Wyman, que tal vez no hubiera resistido el sistema bancario alemán, italiano o francés, dejó a las claras la solvencia de la banca española. No hay crisis bancaria. Hay crisis, y muy profunda, de algunas Cajas públicas gestionadas por políticos ignorantes y por sindicalistas inexpertos.

Del rescate aprobado por Europa no ha entrado un euro en las alcancías de los Bancos. Bankia, es decir Caja Madrid, ha recibido la mitad de los dineros europeos. El resto ha enjugado las lagunas de una serie de Cajas que se enmascararon en Bancos: NCG Banco es Novacaixa Galicia; Catalunya Banc es la integración de Caixa Tarragona, Caixa Catalunya y Caixa Manresa; Banco de Valencia es sustancialmente Bancaja Inversiones; Banco Mare Nostrum es la integración de Caja Murcia, Caixa Penedés y Caja Granada; Liberbank está constituido por Grupo Cajastur, Caja de Extremadura y Caja Cantabria; Banco Ceiss es Caja España de Inversiones…

Para que no haya confusiones, justo es añadir que Isidro Fainé, uno de los nombres grandes de nuestro sistema financiero, ha colocado a la Caixa en el pelotón de cabeza de la economía española. Es lo que va de una gestión profesional a la ligereza, la improvisación y el derroche de los políticos voraces y los sindicalistas paniaguados que se adueñaron de una parte considerable de las Cajas y las arruinaron mientras ellos se enriquecían entregados a los créditos basura en favor de los amiguetes, a la desmesura de los sueldos exagerados y a las indemnizaciones y blindajes faraónicos.

Eso sí, mientras los banqueros se dedicaban a trabajar y a capear el tornado nacional e internacional, los políticos y los sindicalistas emprendían su particular guerra semántica para derivar las culpas sobre quienes no las tenían. La demagogia fácil de la palabra ha calado en un sector muy extenso de la opinión pública que se ceba en manifestaciones y pancartas contra la figura vulnerable del banquero.

Seguramente los Bancos han cometido algunos errores, aunque Luis Ángel Rojo con el doble turno de cautelas por él establecido desde el Banco de España, garantizó el rigor y la solvencia de nuestras entidades bancarias. El periodismo español dispone de equipos de investigación capaces de poner negro sobre blanco la verdad de lo que ha ocurrido en las Cajas y colocar en la picota a los nombres de los políticos responsables de la tropelía y también de los sindicalistas enmascarados tras la parafernalia de la propaganda de las centrales que acaudillan Toxo y Méndez. A la opinión pública le vendría muy bien conocer con nombres y apellidos a los verdaderos causantes de la crisis financiera española.

Los responsables de nuestra Banca, en fin, se saben tan sólidos que apuestan por la unión bancaria europea. En un contundente artículo, Emilio Botín abogó por avanzar hacia la unión bancaria con supervisión única y una dirección política común. «La unión bancaria -escribió el presidente de uno de los cinco mejores bancos del mundo, el primero en beneficios- es indispensable para armonizar las prácticas regulatorias y supervisoras y reducir la fragmentación del sistema financiero europeo».

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.